Y es en ese momento en el que lo ves todo claro, ves como criarás el vino entre esos centenarios muros de La Torre. Allí donde durante siglos cada generación vivió.

        Unos rieron, otros lloraron, unos vivieron con placidez, otros libraron batallas.

        Sí, allí, metidos en la losa de piedra, entre piedra y piedra, junto a los cimientos medievales, allí irá nuestro vino poco a poco saboreando el roble de las barricas mientras siente muy en lo profundo el agua correr y se impregna del complejo aroma que allí se respira.
Si alguien nos pregunta cómo surge este vino, después de varias generaciones de silencio, solo se puede decir que nace adentro, es visceral, es necesario. Esta nuestra Tierra, la Tierra de nuestras Hijas no permitía una estática indiferencia.

        Algunas personas tienen la suerte de conocerse para crear, para crear desde la madurez, desde la experiencia. Haremos un vino singular y particular en su especie, que aventaje a los demás individuos de la misma, estimable y honroso, es decir, noble por los cuatro contados.

        Muchas veces pensamos que nos hemos unido para mucho, para tanto, y para esto.